martes, 2 de octubre de 2012

Capítulo 3- Más pesadillas

Volvimos a las habitaciones. Comimos de lo que había por ahí, aún no había cafetería, pero teníamos minicocinas y pan, tomate frito, queso y jamón. Paninis. Los hice yo. Medio chamuscados. ¡Mis favoritos! Nos los comimos en mi habitación.
-¿Que es esa caja?-preguntó Sert señalando una caja de madera que tenía a los pies de la cama. La cogí. Tay saltó encima de mi y me la quitó. la abrió. Un montón de dibujos y de CD con las carátulas pintadas por mi. Le arranqué la caja de las manos y me senté encima. Ted me intentó empujar. No me moví un milímetro. Me reí. Saqué de dentro del uniforme una llave que llevaba de colgante con un corazoncito y tres muñequitas, me levanté y cerré con candado la caja.
-Jo. ¡Yo quería cotillear!- dijo Tay enfurruñándose como una niña de cinco años.
-¿Y ese collar?- dijo Sert levantándose y cogiendo mi colgante. Se me aceleró el corazón. Intenté responder lo más normal que pude teniendo en cuenta lo guapo que era.
-Me lo regalaron unas amigas antes de irme...
-A mi me regalaron un colmillo- dijo enseñando el colgante. Lo miré. Era muy bonito, pero...
-¿Porque es multicolor?
-No se.
-Yo sí- dijo Tay.
-¡Cállate Tay! Tú no sabes nada.
-¡Mamá mi hermanito me ha mandado callar! -dijo Tay abrazándome.
-¿Tengo dos hijos? ¿Qué ha pasado con mi vida?
Se rieron. Esa tarde fuimos al pueblo a por víveres y ropa normal, porque los sábados podíamos ir con ropa informal. Y a por vestidos y  trajes respectívamente porque el viernes había un baile inaugural. En la maleta llevábamos solo los uniformes y objetos personales.
-¡Qué guapo!- dije yo cuando salió Sert del probador de la tienda vestido con traje. Se puso rojo.
-Vale, ya tenemos todos todo menos Ann...
-Me quedo y llevo los víveres.
-Te ayudo. Igualmente tengo que robarte la llave, llevarla a que hagan una copia y dársela a Tay para que la vuelva a enganchar en tu collar-dijo Sert.
-Me dais miedo.
-¡Adios!-dijeron los otros.
Estuvimos un rato paseando hasta que encontré un vestido. Después fuimos hasta un pequeño supermercado y compramos comida para sobrevivir hasta que abriesen la cafetería. Al llegar subí sola a mi habitación. Esa noche tuve más pesadillas. Esta vez también se oían voces:
-¿Dónde está? ¿DÓNDE?
-¡No lo se!
Estaba encerrada en esa mazmorra otra vez, acurrucada en una esquina y mirando asustada a los ojos al hombre con capa. Me desperté en medio de la noche. No pude dormir otra vez. Me dijeron que era cosa del comienzo de las clases. Pero yo sabía que no...

El baile fue el viernes. Habían llegado todos los ricos. Llevaba un vestido azul claro y unas deportivas blancas, igual que todos los becados. Que se notase nuestra presencia. El baile fue divertidísimo. Bailé con Sert...
-¡Au!- dije yo.
-¿Qué?- preguntó Sert poniendo cara inocente.
-¡Me has pisado!
Discutimos toda la noche. Pero el sábado no fue tan divertido...

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